La AEA, Asociación Española del Aluminio, ha expresado en un gran número de declaraciones, que el aluminio en los transportes se empleará como forma de contribuir de manera definitiva a la renovación energética e impulsar una nueva economía eficiente y sostenible. Esto es debido a entre otras cosas, a su baja densidad que hace que los vehículos sean más ligeros y requieran de menos energía para moverse. Y todo esto lo consiguen, manteniendo la misma seguridad que el resto. Según las palabras del director general de la Asociación, Jon de Olabarria: “entre las características que hacen del aluminio un material óptimo para la fabricación de coches figuran su ligereza, su resistencia a la corrosión, la facilidad para el mecanizado, la fusibilidad o la capacidad de disipación del calor. Por ello es el material elegido en la elaboración de piezas como parachoques, mordazas de freno, cajas de cambios o pistones”.
¿A qué se debe la disminución del peso de los vehículos? El motivo es muy sencillo, y es que obedece a una necesidad de reducir los consumos de combustible y de cumplir las directivas medioambientales dictadas desde las Administraciones. Para ser más concretos, en diciembre de 2020, la Comisión Europea presentó su ‘Estrategia de movilidad sostenible e inteligente, que tenía como objetivo principal el de encauzar el transporte europeo de cara al futuro’. En todas estas estrategias, se establecen una serie de directrices para conseguir un sistema de transportes resiliente frente a futuras crisis (ya que se ha tenido como claro ejemplo la de la COVID-19). Todo ello, se enmarca dentro del Pacto Verde Europeo, que reclama una economía climáticamente neutra en la UE con vistas a 2050.
En este contexto, “el sector del transporte se sitúa”, asegura Jon de Olabarria, director general de la AEA, la Asociación Española del Aluminio, que representa a más de 600 empresas del sector, palabras textuales: “como una pieza fundamental ante la que se abre el importante reto de reducir significativamente sus emisiones y ser más sostenible. Esto implica reducir la actual dependencia de los combustibles fósiles mediante la sustitución de las flotas de vehículos actuales por otros de baja emisión y de emisión cero, así como impulsar la utilización de combustibles renovables e hipocarbónicos”.
El uso de este material en la automoción no es descubierto en la actualidad. En los años 1919-1920, el ingeniero alemán Hugo Junkers ideó el F 13. Se trataba del primer avión diseñado para el transporte de pasajeros propiamente dicho, y su composición era la siguiente: duraluminio, una aleación de aluminio, cobre, manganeso y magnesio, sólida y ligera, que eliminaba gran parte del peso del hierro.