La conducción autónoma es un concepto que para muchos no es una novedad. Aún así, el día que parados en un semáforo, giremos la cabeza y contemplemos por primera un coche sin nadie al volante, será un impacto importante. Aunque para ser exactos, no se trata de una conducción autónoma al uso sino que de una conducción remota. ¿Cómo funciona? Pues como su nombre indica, el vehículo será controlado remotamente a distancia sin necesidad de que una persona este al volante físicamente.
Aún que se trata por ahora de un trayecto concreto llevado a cabo por una de las empresas de carsharing que operan en Madrid, este proyecto promete ser un avance importante para el futuro de la movilidad por carretera. Esta empresa en particular ha fomentado este proyecto argumentando que la infraestructura necesaria para reubicar sus vehículos es muy elevada en términos de personal y tiempo. De éste modo, estas tareas requerirían de muchos menos trabajadores y más agilidad en el proceso.
Para el correcto funcionamiento de estos vehículos en las calles, la DGT ha impuesto una serie de condiciones. En primer lugar , los coches deberán estar equipados con las cámaras, radares y sensores necesarios para que el conductor no se pierda ni un detalle. Además, la DGT ha dicho que para poder llevarse a cabo se realizarán ensayos. Estos ensayos deberán estar homologados por las directrices de la DGT y por el Ayuntamiento de Madrid. Los test serán en primer lugar, en una carretera sin tráfico ni peatones. Una vez se haya superado esta barrera, se irán aplicando nuevas capas de dificultad hasta probar la seguridad de este sistema.
Para que este proyecto se haga real, están implicadas otras tecnologías en el proceso. Es por eso que la implementación de el 5G, puede ser clave para el correcto funcionamiento de la conducción por control remoto. Una buena latencia (tiempo transcurrido entre el estímulo y la respuesta) es imprescindible para este tipo de proyectos. De este modo, ampliar la cobertura actual del 5G puede ser un elemento de gran ayuda para la viabilidad del proyecto.
En definitiva, cada vez estamos más cerca de lo que un día pensamos que era imposible. La conducción 100% autónoma sigue siendo a día de hoy un objetivo difícil de alcanzar, pero aún así ya es un objetivo para las empresas de automoción. Así pues, podemos predecir que no tardaremos mucho en ver un coche ir solo, por ahora nos conformaremos en ver uno controlado remotamente.