Los microchips o semiconductores están en el orden del día en los últimos meses. Con la pandemia se acentuó la dependencia de Asia en cuanto a producción y a finales de 2021 ya se ponía de relieve una falta de materias primas. Este efecto, al principio se mostró tímidamente y, con un crecimiento de la preocupación del mercado, los precios de estas materias notaron un repunte significativo con la entrada del nuevo año.
Corea del Sur, Taiwán y China son los principales productores de microchips. En este punto interviene un factor clave, la geopolítica. Las tensiones entre China y Taiwán han ralentizado la producción y distribución. Por otra parte, las tensiones y sanciones a Rusia por el conflicto en Ucrania ha tenido un efecto en el suministro de materias primeras. Ucrania es el principal extractor de gases nobles necesarios para la producción de semiconductores y la falta de suministro genera problemas en la cadena, viéndose encarecido todo el proceso. Por el contrario el mercado ha restringido el suministro a Rusia.
¿Cómo afecta al mercado occidental?
El efecto en Europa y América se traduce en un retraso en las entregas de pedidos junto con un aumento en los precios. La acentuación de esta dependencia ha llevado a los países europeos a replantearse y rediseñar los procesos de abastecimiento. Con el recién anuncio de la Unión Europea de la Ley Europea de Chips. Esta ley busca que para 2030 la producción de microchips en Europa sea del 20%. Este ambicioso plan es el resultado de identificar este sector como clave para el desarrollo tecnológico. Una movilización de 43.000 millones destinados a la inversión y desarrollo acompañan el escrito de la ley. De estos fondos, 12.250 millones se reservan para desplegar la industria en España con dos focos principales.
Inversión en España
La industria de los semiconductores requiere de altas inversiones dada su complejidad. Procesos de fundición, ensamblaje y un alto grado de investigación y desarrollo, el sector capitaliza un porcentaje significativo a nivel mundial. Es por este motivo que las inversiones que tendrán lugar en España se enfocarán en la construcción y puesta en marcha de una planta en Málaga de Intel en colaboración con Vodafone y un centro de desarrollo en Barcelona para rebajar la dependencia del continente asiático