A escasos días de iniciar oficialmente el verano, las temperaturas ya comienzan a ser elevadas, el sol impacta cada vez con más fuerza, y así como lo hace sobre nuestra piel, también lo hace sobre la pintura de nuestros vehículos.
A pesar de ser una gran época para hacer viajes por carretera (en este enlace encontrarás artículos relacionados), los vehículos sufren altamente las consecuencias de los efectos del sol; el más común es el desgaste de la pintura.
Los automóviles actuales contienen diversas capas de esmalte, siendo la última el barniz que protege y suministra brillo. Por otro lado, los rayos ultravioleta desnivelan esta función disminuyendo su efectividad. Las partes mayor afectadas son el capó y el techo.
Para evitar estos resultados, se recomienda prevenir utilizando un par de veces al año cera protectora, proteger con funda protectora o guardarlo en garaje, si cabe la posibilidad. En caso de que el problema ya exista, se deberá pulir (si las marcas son leves) o repintar.
Por último, deberemos tener cuidado con los excrementos de los pájaros, pues estos deterioran la laca del coche al ser agresivos en acidez y adherirse con facilidad, provocando manchas persistentes.