A finales del siglo XIX, los automóviles de vapor y los de combustión interna buscaron convertirse en la mejor tecnología del momento. Durante más de cuarenta años, ambas tecnologías convivieron hasta que, finalmente, los propulsores de combustión interna acabaron imponiéndose.

Este tipo de vehículos fueron la referencia en un mundo de la competición que todavía permanece. Su ventaja principal, es que sus motores ya contaban con cierto desarrollo previo, derivado de su empleo en locomotoras pero pecaban de algunos defectos difíciles de solventar.

Sus inconveniente más reseñables, eran el enorme peso de los mismos y el tiempo de espera hasta poder moverse con ellos. Lo normal es que un pasajero tuviera que esperar 20 minutos hasta que el motor conseguía una presión del aire suficiente para emprender la marcha. El motor de combustión, aquí, era muy superior.

El verdadero primer coche de vapor no fue diseñado hasta la llegada del francés Amédée Bollée, quien consiguió recorrer la distancia que separa Le Mans de París (209 kilómetros por carretera), en 18 horas y con 12 personas a bordo. El invento podía alcanzar los 30 km/h una vez lanzado, y se produjo en el año 1875.

Prácticamente inalcanzables

En lo que respecta a las carreras, el vehículo a vapor del conde Jules-Albert de Dion fue el primero en ganar una carrera. Se considera que en 1898 se estableció el primer récord de velocidad de la historia. Fue conseguido por el conde Gaston de Chasseloup-Laubat, con un Jeantaud eléctrico que se disparó hasta los 63,15 km/h.

Esta marca duraría poco tiempo. En 1902, el francés Léon Serpollet, se proclamó la primera persona en superar los 120 km/h. El coche empleado era un vehículo a vapor. En esos primeros años de la automoción, la competitividad por ser el más rápida era enorme. Las cifras fueron creciendo y tan solo cuatro años después, en 1906, Fred Marriott se convirtió en Daytona en la primera persona en superar los 200 km/h. Consiguió alcanzar una velocidad punta de 205,5 km/h al volante de un Stanley Steamer apodado “Rocket”, un automóvil a vapor.

A lo largo de los años, el motor de vapor caería en desuso. La mayor facilidad de uso del motor de combustión y el desarrollo del mismo, consiguió que se impusiera a esta tecnología.