A medida que la sociedad avanza, los automóviles también. El ser humano y la tecnología han conseguido evolucionar a lo largo de los años, pasando de carros tirados por caballos en el año 1.500 a coches autónomos o robóticos, visibles actualmente.
Del mismo modo que la conectividad de los usuarios en los smartphones aumenta, los fabricantes de coches introducen y amplían constantemente los servicios tecnológicos para proporcionar los mejores servicios a sus clientes.
No todo es idílico. El desarrollo de estas inéditas funciones continúa en crecimiento, encontrándose a su vez con ciberdelincuentes, crackers o hackers que buscan retocar informáticamente el software interno de los vehículos, introduciendo virus y poniendo en riesgo la seguridad de los conductores y sus acompañantes.
Un ejemplo de ello ocurrió con la compañía Tesla, la cual fue abordada por David Colombo llegando a controlar más de veinte automóviles.
La gran pregunta: ¿Cómo pueden ciberatacar?
El asalto más habitual se produce a través de las llaves sin contacto con el sistema keyless, según fuentes de la plataforma web HACKERCAR. También al conectar el Bluetooth de nuestro móvil, exponemos datos personales que pueden llegar a ser utilizados por estos profesionales informáticos.
Algunas de las consecuencias pueden ser: obtención de la posición a tiempo real o de información personal, acoso, activar o desactivar airbags, control de frenos o dirección, etcétera.
Ante el gran problema, la ONU ha implantado una nueva regla en la que todo vehículo homologado a partir de julio de este año y todos los vendidos a partir de julio de 2024, deben obtener un certificado que asegure la ciberseguridad del mismo.