El objetivo de este blog es responder la siguiente pregunta: ¿Cómo se ha llegado a la conclusión de que un vehículo fabricado hace décadas es menos perjudicial para el medio ambiente que uno que debe cumplir las normativas más modernas antipolución?

La respuesta es simple, fabricar un coche térmico conlleva la emisión de 6,8 toneladas de dióxido de carbono, mientras que un eléctrico se va a la friolera de 26 toneladas. Para que quede más claro, se necesitan más de 46 años de uso para que un coche clásico contamine lo mismo que uno moderno durante su fabricación.

A pesar de esta información, es importante recordar que la mayoría de fabricantes están tratando de reducir al máximo la contaminación producida durante el proceso de fabricación de sus automóviles.

El evidente desuso de los coches clásicos

Casi dos tercios de los propietarios de un vehículo clásico están preocupados por el cambio climático; además, más de la mitad ven con buenos ojos los esquemas de compensación de emisiones.

«Es fácil suponer que los automóviles clásicos son más dañinos simplemente por sus motores viejos y menos eficientes; sin embargo, los datos de este informe refutan esa teoría. Realmente se trata de cómo se mantienen y utilizan estos vehículos; está claro que, si bien los coches nuevos, modernos y eléctricos pueden parecer mejores para el planeta en el día a día, el problema es el impacto que causa su producción», explica David Bond, director gerente de Footman James.

Para finalizar, comentar que son varios los países europeos que en los últimos tiempos han aprobado exenciones para los automóviles antiguos por ser patrimonio industrial; sin ir más lejos, los vehículos históricos no se verán afectados por las restricciones de Madrid. Además, las autoridades competentes ya están trabajando en una normativa de ámbito estatal.