La crisis de la pandemia y la problemática generada por la falta de semiconductores siguen generando estragos en el sector de la automoción. El Covid 19 fue la primera ficha del dominó de una sucesión de dificultades que ponen en jaque al sector automovilístico. Ya hemos sido testigos estos últimos meses del cierre de algunas de las más míticas plantas de producción del país, y aquellas que han podido aguantar han sufrido inevitablemente consecuencias…

La inflación y su relación con los salarios. Es el gran debate al que se enfrentan los economistas: subirlos en la misma medida que los precios con el temor a crear efectos de segunda ronda o congelarlos y provocar una pérdida de nivel adquisitivo en los trabajadores. La automoción, que emplea a aproximadamente 600.000 trabajadores en España no ha podido dar la espalda al encarecimiento de la vida. Con unos sindicatos tradicionalmente fuertes, los fabricantes han realizado incrementos que en casos como el de Ford alcanzó el 7%. Otros, como Renault, corrieron peor suerte.

No obstante, el sector ha contado desde siempre con uno de los sindicatos más fuertes, por lo que su labor ha servido para en muchos casos mitigar los efectos de la subida del IPC (índice de precios al consumidor). Sin embargo, no todas los trabajadores han corrido la misma suerte y el estado del convenio de cada empresa ha determinado si la subida salarial se ha podido dar o por ende, los sueldos de los trabajadores se verán congelados. Aún así, los sindicatos no cesan en las negociaciones de las condiciones de un nuevo convenio.

El caso más paradigmático es el de la fábrica de Ford en Almussafes (Valencia). La compañía tiene dudas sobre el futuro de la planta valenciana, que compite con la de Saarlouis (Alemania) para que se le adjudiquen dos modelos eléctricos que garantizarían su vida más allá de 2025. Para ello pidió a los sindicatos un incremento de turnos de trabajo, reducción de vacaciones y un recorte de sueldos para el próximo lustro.

Los representantes de los trabajadores accedieron a negociar sus condiciones. Y aunque no se conocen los detalles del acuerdo final –se habla de congelación salarial—se negaron a perder la subida salarial del 7% (IPC + 0,5%) para 2021 prometida por convenio. La dirección de la firma estadounidense intentó tocarla en los primeros compases de las conversaciones, pero el rechazo frontal de la plantilla truncó sus intenciones.

Más suerte han tenido los trabajadores de Stellantis en Valladolid o los de Volkswagen en Navarra, quiénes ya verán una subida del 6,5% en su salario a partir de enero. Por contra, los trabajadores más afectados serán sin duda los del grupo Renault, ya que no solo no verán un aumento en su salario sino que además lo tendrán congelado hasta final de 2022. Los sindicatos tuvieren que hacer esta concesión para que la marca francesa obtuviese la fabricación de 5 nuevos modelos en los próximos años.