La fabricación de los coches eléctricos ha supuesto un antes y un después en la industria automotriz y, cómo no, en el cuidado del medioambiente. Ahora el ambiente es más sostenible y estos vehículos ayudan a reducir notablemente la contaminación, pues no generan emisiones frente a los elementos contaminantes que emiten los de gasolina, como el CO2 y todos los gases de efecto invernadero producidos por la combustión de combustibles fósiles.
Hablamos también de vehículos con un sonido inexistente, pues sus motores no tienen ningún tipo de proceso interno y el ruido se disminuye a cero. A diferencia de los vehículos de gasolina, los eléctricos no necesitan mantenimiento ya que cuentan con pocos elementos en movimiento, ninguno de ellos sometido a rozamiento ni altas temperaturas.
En cuanto al funcionamiento, hablamos de una aceleración con respuesta inmediata. En el motor eléctrico no se produce ninguna quema ni explosión, funciona con un conjunto de bobinas que trabajan de forma rápida y constante mediante la inversión de campos magnéticos, reduciendo así los tiempos de respuesta frente a los coches convencionales.
Además, el consumo es nulo ya que evidentemente no consume ningún combustible, por lo que no debemos ir a llenar el depósito ni preocuparnos por consumir más o menos. Se trata de vehículos mucho más eficientes en términos de energía, pues sus propulsores utilizan entre 0.1 y 0.23 kW/h por kilómetro.
Cuentan también con el conocido frenado regenerativo, es decir, durante el frenado del coche, un motor eléctrico funciona como un generador. La salida de energía producida después de ser convertida, se utiliza para recargar las baterías devolviendo así energía al sistema.
Por último, cabe destacar que estos vehículos suponen ventajas fiscales, por ejemplo, en Barcelona el Impuesto de Matriculación es gratuito y se ofrecen descuentos de hasta el 75% en el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica.